miércoles, 20 de diciembre de 2006

UN SOMBRERO Y TODO LO DEMAS




Ayer, por fin, tras meses de arduas e ingratas pesquisas, sinsabores e indecisiones, consumé uno de mis propósitos recientes más urgentes: me compré un sombrero. Si, amigos míos, un sombrero-sombrero, de firme calado, negro como el crimen y de una prestancia fuera de toda duda. Con ello, consigo por fin sentirme algo más cerca de esa cosmogonía de personajes históricos que han dejado huella con su paso sombrero en ristre: Phillip Marlowe, Joseph Beuys, William Burroughs, Victor Nubla... Por que no nos engañemos: llevar un sombrero (uno de verdad, quiero decir, no se dejen engatusar con sucedáneos), implica una transformación personal completa. Uno pasa a llevar consigo el aroma de una época en la que los hombres se quitaban el sombrero para saludar a una agradable señorita o para honrar la memoria de un difunto (generalmente acribillado a balazos mientras desayunaba tranquilamente en la terraza de su mansión de Conney Island), en la que la elegancia empezaba en la misma cabeza y no se detenía hasta alojarse bajo la suela de los zapatos, habituados a pisar charcos en los que se reflejaban las luces de neón de algún bar de mala muerte. Donde la venganza se teñía de honor y los chupitos de whisky eran verdaderos chupitos de whisky servidos por verdaderos barman a horas verdaderamente intempestivas. Ay, esa época. Encenderse un cigarrillo con una cerilla prendida a contrapelo en nuestra barba rala de tres días, calarse el sombrero y espetar un hasta nunca, tal vez a una mujer que nos ha dado la espalda o a un cadáver yaciente al que aún le tiembla el pulso. Ah.
PD: Al margen de todas estas consideraciones indispensables, acabo de descubrir que llevar sombrero puede reducir en mucho les efectos de la radiación en caso de catástrofe nuclear. Sólo es necesario ladearlo en la dirección correcta. Así que, una vez liquidadas deudas y villanos, el resto del mundo podría irse al carajo mientras uno apura su último sorbo de whisky. Tengo que dejarles, los ojos se me están empezando a humedecer.

1 comentario:

Oriol Lagé Altés dijo...

tu qui ets, el secretari provisionalment definitiu o el secretari definitivament provisional?....